Este jueves 13 de noviembre se cumplen 40 años de la tragedia de Armero, en la que en 1985 la erupción del Volcán Nevado del Ruiz provocó una avalancha que acabó con la vida de más de 23 mil personas, una situación que pudo haber sido prevenida, pues el entonces alcalde del municipio tolimense alertó sobre un deshielo. No obstante, las autoridades nacionales de ese momento hicieron caso omiso.
Desde finales de 1984 los geólogos del país registraron un aumento de la actividad sísmica en el área del volcán y la aparición de fumarola y olor a azufre. Estos eran indicios de erupción que se extendieron a lo largo del año 1985 y que fueron confirmados el 22 de octubre por una misión vulcanológica italiana, la cual presentó un reporte y sugirió una preparación a las autoridades locales.
Ramón Rodríguez, alcalde de Armero en ese momento, empezó a alertar al gobierno nacional sobre los estudios que predecían una erupción. Hernando Arango Montenegro, representante a la cámara por Caldas, también lanzó una advertencia.

A pesar de las advertencias y solicitudes para gestionar el riesgo y evacuar, el entonces ministro de Minas, Iván Duque Escobar, las calificó como “apocalípticas” y “dramáticas”, palabras que le respondió al representante Arango luego de que este le presentó los resultados de los vulcanólogos. Arango le solicitó entonces alarmas para alertar a la comunidad sobre una posible avalancha, pero Duque se negó.
Finalmente, el 13 de noviembre las 7:00 p. m., cuando la avalancha era inminente, el alcalde Ramón Rodríguez inició la evacuación de ciudadanos. Sin embargo, no se pudo hacer nada, pues a las 9:29 p. m. se desprendió el 2% del hielo del Volcán, causando la avalancha que llegó a Armero a las 11:30 p. m., sepultando el municipio y causando la muerte de más de 23 mil personas, incluyendo la de Rodríguez.

Fue así como el municipio, también conocido como ‘Ciudad Blanca’, desapareció entre el barro, dejando sepultado al 94% de su población luego de la negligencia y omisión a los llamados de alerta hechos por Ramón Rodríguez y Hernando Arango.

Las autoridades nacionales de ese entonces ignoraron las alertas y los estudios de una posible erupción. Una de las pancartas que se vio en el funeral masivo de las víctimas de la emergencia decía “El volcán no mató a 22.000 personas. El gobierno las mató”.