Los asteroides, los meteoros y los meteoritos que a veces provienen de ellos, son restos de la formación de nuestro Sistema Solar hace 4.600 millones de años. La mayoría reside en el cinturón de asteroides principal entre las órbitas de Marte y Júpiter, pero las colisiones y otros eventos los han roto y han expulsado remanentes al interior del Sistema Solar.
En 2008, un asteroide de 9 toneladas y 4 metros de diámetro, denominado 2008 TC3, entró en la atmósfera de la Tierra y explotó, desintegrándose en unos 600 meteoritos sobre Sudán. Esta fue la primera vez que los científicos predijeron el impacto de un asteroide antes de su entrada, lo que permitió la recuperación de 10 kilos de muestras de meteoritos, bautizados colectivamente como Almahata Sitta (AhS).
Después de más de una década de especulaciones sobre su origen, un equipo de científicos estadounidenses parece haber resuelto el misterio.
Los expertos del Instituto de Investigación del Suroeste analizaron la composición de un pequeño fragmento del meteorito AhS y determinaron que procedía de un asteroide desconocido, aproximadamente del tamaño de Ceres, el objeto más grande en el cinturón de asteroides principal, considerado un planeta enano.
Además, los investigadores afirman en su estudio, publicado en la revista Nature Astronomy, que este asteroide tenía mucha agua y se formó a temperaturas y presiones intermedias en los primeros momentos del recién nacido Sistema Solar.
El Análisis Espectral
El equipo, dirigido por la geóloga planetaria Vicky Hamilton, recibió una muestra de 50 miligramos del asteroide para realizar pruebas. Los científicos pulieron el diminuto fragmento y utilizaron un microscopio infrarrojo para examinar su composición.
El análisis espectral identificó una variedad de minerales hidratados, entre ellos algo inesperado: un cristal hidratado extraordinario y raro conocido como anfíbol.
Parte de un objeto mucho más grande
Estos cristales de silicato solo se forman a partir de una exposición prolongada a altas presiones y temperaturas, lo que nunca sucedería en una roca espacial como 2008 TC3 u otros meteoritos de condrita carbonosa de tamaño similar.
Según el estudio, la única conclusión que se ajusta a lo que se sabe sobre los anfíboles es que 2008 TC3 fue una vez parte de un objeto mucho más grande. Los investigadores estiman que el cuerpo original era tan grande como el planeta enano Ceres, que mide 939 kilómetros de diámetro.
En teoría, es posible que todavía haya un asteroide del tamaño de Ceres sin descubrir en el Sistema Solar exterior que generó 2008 TC3, pero esa es una posibilidad remota. Los investigadores creen que es más probable que el cuerpo original se haya destruido hace mucho tiempo. Y si eso sucedió una vez, podría haber sucedido en numerosas ocasiones.
De esta manera, los fragmentos de Almahata Sitta podrían dar una idea de una fase previamente desconocida en la formación de nuestro Sistema Solar, concluye el estudio.
Director: Habib Merheg Marún