Opinión: Kico Becerra
No sé si es un acto masoquista que me produce una nostálgica fascinación u otro tipo de aberración, pero, les debo confesar que me estoy viendo «La Voz Senior».
Voy a desnudar ante ustedes mis sentimientos íntimos al respecto; lo primero que hago al verle la cara al concursante, es tratar de adivinar cuántos años tiene.
Sin pudor les cuento (ojalá mi madre no me vaya a escuchar esto desde el cielo), que los que tienen más o menos mi edad, los he visto como viejitos, arriesgados y desvergonzados al atreverse a salir con ese desparpajo a cantar.
Apenas dicen la edad, inmediatamente me pregunto: ¿Así de catano me verá la gente? A lo que yo mismo me contesto: Imposible, a vos no te pasan los años; esos cantantes están más usados que vos; han trasnochado, fumado y bebido y, por eso se ven tan ajados.
Me entusiasmo con esa tan imparcial respuesta y me fijo en la pinta que se ponen los del ancianato que canta y recuerdo cuando se usaban esas modas; realmente eran horribles; esos sombreritos de marica de playa y esas cachuchas de jubilado, cuando sale a comprar pan, son realmente penosas.
Lo grave, realmente gravísimo es que, cuando comienzan a cantar los seniors, yo me sé todas las canciones, como quien dice, que parecen mis compañeros de colegio y debo verme igualitico.
La cosa se ha convertido en un vicio que ya no se puede ocultar; apenas comienza el programa en la TV, se escucha en mi casa un grito a varias voces que dice: «Ya comenzaron a cantar los cuchos»; «corra para que no se vaya a perder detalle».
En días pasados me atreví a públicamente a decir: Ese se ve mucho más viejo que yo y, al unísono, escuché la lacerante respuesta: «Quiere que le traigamos un espejo para comparar». De inmediato recordé al filósofo Guillermo Barney, con su famoso NICAHUEL (Ningún cagado se huele).
Confieso también la envidia que me da al ver la muchachota esa piernona, que tiene más dientes que un tiburón, cuando les dice a mis contemporáneos: «Como está de guapo; me lo quiero comer». Parece una loba feroz tratándose de comer su caperucito añejo; hasta pecado puede ser esa escena.
Ñapa: Buen entretenimiento eso de los concursos de canto de niños y de viejos; produce paz y sano esparcimiento, en lugar de esas novelas de mafiosos, estos programas realmente son sanadores, gran acierto de Caracol TV.
Ñapita: ¿Por qué dos jurados son cantantes extranjeros? «Averígualo Vargas».