Paola Acero es el nuevo nombre que a partir de ayer entra a engrosar la incontable lista de mujeres que fueron asesinadas por sus parejas o sus exparejas en Colombia.
Paola recibió dos disparos por parte de quien hasta hace poco era su novio. El hombre llegó a la casa de Paola en la localidad de Suba en Bogotá, la mató y trató de escapar, pero al verse acorralado, decidió quitarse la vida.
El asesino, de nombre Kevin, sin más datos, se había convertido en una tortura permanente para Paola Acero al punto de sentenciar que, si ella no era de él, no lo sería de nadie más. Por la actitud del sujeto, la mujer decidió acabar la relación y el asesino cumplió su sentencia.
La historia se repite una y otra vez como una u otra vez se anuncian intentos de solución por parte de las autoridades civiles y policiales. Pero los asesinatos de mujeres no paran. Algo en lo profundo de esta sociedad está muy, pero muy enfermo.