Durante 30 largos años, la minera Prodeco extrajo todo el carbón que pudo y ahora se va dejando una gigantesca montaña de desechos de hierro y azufre, mientras los habitantes de la región siguen a la espera de una compensación.
En la zona donde operó la minera de carbón Prodeco, filial de la multinacional suiza Glencore y que tiene seis títulos mineros en el país y es la super poderosa del mineral en el país, deja a su paso una tierra envenenada, en donde crece un pasto de color ocre, muerto y sin nutrientes, no apto para consumo de animales.
Después de casi 30 años de explotación de las minas Calenturitas, con un título minero de 6.677 hectárea, y La Jagua, compuesta por cinco títulos con una extensión de 2.861 hectáreas, y habiendo logrado extraer en promedio unas cinco millones de toneladas de carbón al año que fueron a los mercados de Europa.
Su justificación fue la caída del precio internacional del carbón, las cuentas no daban. Debieron también tener en cuenta en su análisis estratégico el peso de la extracción de este mineral en la contaminación ambiental global, con un impacto tal que fue uno de los únicos puntos que logró unir, con medidas drásticas, a casi 200 países del mundo, incluido las grandes potencias. Sin duda, el negocio del carbón es asunto del pasado.