Por: Habib Merheg Marún
Se empiezan a oír aunque tímidamente, las primeras noticias en los grandes medios sobre una realidad dolorosamente cierta: ser colombiano y no vivir en alguna capital “importante” es el pasaporte para sufrir las peores consecuencias de la pandemia.
La sospecha respecto a que la cifra oficial del impacto de la pandemia en Colombia es, por decir lo menos, imprecisa, no requiere de conocimientos científicos ni dotes especiales en el mundo de la estadística. Simplemente necesita un conocimiento básico de lo que el centralismo bogotano ha denominado “regiones “o peor aún, “provincias”.
No voy a hablar de Puerto Leguízamo ni de Abriaquí, dos municipios de los más de mil que tiene el país. No hay necesidad de ir tan lejos. Me referiré al departamento de Nariño en el cual confluyen tal vez todas las condiciones que el tema exige: tiene costa, frontera, montañas y, para temas prácticos, pareciera quedar lejísimos pues llegar por cualquier medio es difícil, caro o prácticamente una hazaña si uno quiere conocer algún municipio de su costa.
Hablé largo con uno de los periodistas más destacados de Pasto, Paulo Paz, sobre la realidad del departamento y el panorama, que hoy es preocupante, tiende a convertirse en desolador.
Ipiales, por ejemplo, tiene una de las mayores tasas de contagio respecto al número de habitantes y está a la vanguardia en el “ataque» que protagonizan miles de venezolanos que desandan sus pasos para volver a su país. Según Paz, hay testimonios según los cuales las fuerzas ecuatorianas los están «empujando» hacia la frontera. Y ya sabemos cómo está Ecuador en cuanto a contagios y cómo disfruta el virus con el desplazamiento humano…
Tumaco no está mejor que digamos. Y Pasto, por ser capital, tiene un poco más de infraestructura, pero si las cosas siguen como van, los casos propios y los remitidos superarán pronto la capacidad para atenderlos.
He hablado de las ciudades más importantes de un departamento que a pesar de todo, diríamos que está ”bien ubicado». Pensar cómo será la situación en Leticia, produce escalofrío: es frontera con el país con más contagios de Suramérica. Y queda, literalmente, en la selva.
El presidente debería salir de su cómodo estudio de grabación desde donde cambia la banda presidencial por el micrófono y hacer sus aburridas y previsibles intervenciones desde alguno de los municipios donde el virus ya llegó, pero no la atención hospitalaria. Tal vez así comprendería que no por estar lejos de Bogotá se deja de ser colombiano.
Director: Habib Merheg Marún