Por Mauricio Marulanda
Podemos hacer todo un análisis profundo y exhaustivo a la salida de Jorge Robledo del Polo Democrático, evaluando las variantes y demás factores políticos, que un buen politólogo disfrutaría hacer para saciar la curiosidad de la gente, pero mi perspectiva es más clara y directa.

Jorge Robledo sabe que, a pesar de ser el senador más votado de su partido, no tiene el control del Polo y que más temprano que tarde y producto de la situación actual del país, el Polo terminará apoyando la candidatura de Petro y él, nunca será parte de esa coalición que atenta contra su orgullo y su ética.
Robledo representa a ese político orgulloso, de principios, convencido que ante todo, debe primar el voto a conciencia (su conciencia).
En las pasadas elecciones, Robledo sabía que sin el apoyo del Polo, Petro no tendría suficiente para ganar y se retiró de la contienda, votando en blanco, de manera digna y orgullosa, a sabiendas que al hacerlo, Duque ganaría las elecciones.

Ahora está por repetir el mismo proceso, que al igual que en las pasadas elecciones, le hacía creer que tenía una buena oportunidad de llegar a la Casa de Nariño, un pajazo mental que no logra asimilar, a pesar de las experiencias vividas.
En la entrevista con los Danieles, Robledo aseguró que es muy temprano para pensar en si apoyaría o no a Petro, pero sus labios, su tenor en la voz y sus gestos, delatan en su interior toda posibilidad que eso pase y se niega a responder la pregunta del millón: ¿Apoyaría un candidato del Centro Democrático o a Petro en una segunda vuelta?
La pregunta lo sacó de casillas y se negó a dar respuesta, pero todo sabemos de antemano la respuesta, es tan evidente que no requiere ser insinuada.

A diferencia de la derecha en Colombia, que unirá todos sus buenos adeptos para votar en bloque por el que represente a la derecha, la oposición (porque no debemos llamarla izquierda), se divide, se fragmenta porque no pueden aceptar que Gustavo Petro comanda por votos la oposición, eso nunca lo piensan aceptar y estarán dispuestos a llevarnos de cabeza a una nueva presidencia corrupta de derecha, con tal de no aceptar que Petro puede gobernar.
Esa es la versión colombiana de la estupidez colectiva, del orgullo absurdo y el desbordado odio hacia lo desconocido. Razón tiene don Álvaro Uribe Vélez, al insistir con su propaganda Castro-Chavista que, no sólo llega a los millones de ignorantes en el país, sino que también influye en mentes prodigiosas como la de Robledo para tragar entero el cuento chavista.
Pero como la idiotez es colectiva y mueve masas, lo más seguro es que los seguidores de Robledo, una vez se decrete que no pasó a la segunda vuelta, decidan apoyar el voto en blanco, liberando así, según ellos, toda culpa por el nuevo gobierno de derecha que nos va a clavar impuestos y reformas hasta que nos salga mierda por los ojos, nariz y boca, pero al final dirán que fue culpa de Petro por insistir en gobernar a este país.

Yo no creo en ese discurso de Robledo que dice que debemos votar a conciencia, a otro perro con ese hueso, si la oposición no se une, al costo que sea y dejando tanto orgullo estúpido atrás, estamos atentando contra el bienestar de todos los colombianos y ahí sí, señor Robledo debemos señalar a personajes como usted que anteponen sus egos y orgulloso sobre el bienestar de toda una nación.
Y cuando pase un año del nuevo gobierno del que dijo Uribe Otra Vez saldrán los manifestantes a las calles y volverá el señor Robledo a decir ante los medios que esa no es la manera de protestar y hablará de unión y de la misma mierda que hablan todos, porque una cosa es afrontar la crisis con 35 millones mensuales para pagar sus gastos y otra muy distinta la que viven los millones de pendejos que salen a votar para usted viva en ese círculo privilegiado en el que está amañado mirando el panorama.
Nos faltó leer más sobre las revoluciones en el mundo y compromiso de aquellos que aseguran luchar por el pueblo, lo que sí aprendimos con rapidez fue a engañar, a prometer y nos volvimos expertos en lavarnos las manos ante la corrupción y mirar para otro lado, siempre y cuando a ellos no les toquen sus nobles salarios y beneficios propios de su cargo.
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¿Y entonces senador Robledo
qué planes tiene para Colombia?
Mauricio Marulanda