POR MAURICIO GUZMÁN CUEVAS
Se volvió una constante en Colombia que las campañas electorales estén colmadas de promesas, de sueños y frases encantadoras, cual culebrero en plaza de mercado, para obtener el voto anhelado de los ciudadanos. Infortunadamente la legislación colombiana no tiene norma alguna de obligar a los candidatos a cumplir lo prometido en campaña, lo que deja abierta la puerta de una competencia desleal, en donde las mentiras, entre más grandes, más atraen al voto popular. Curiosamente a esa estrategia se le califica de populismo y es evidente que en el Centro Democrático son todos unos expertos en la materia.

Como lo denuncia Jorge Robledo, ahora candidato a la presidencia para el periodo 2022, la campaña de Duque estuvo rodeada de mentiras, de discursos baratos, que apoyados por el cabecilla del Centro Democrático llegaron a los oídos y el alma de los votantes. No más fracking, mejores salarios, más empleos, no más impuestos, ayuda a los emprendimientos y mas cuidado con el Medio Ambiente, son sólo algunas de las falsas promesas de campaña que, hoy caen en la cara de Duque y él pretende ignorar.

La ética de los políticos está por el suelo, la confianza del pueblo en su clase dirigente es una pantomima gestada desde un escritorio por malabaristas del arte de la mentira, que siguen convencidos que los colombianos somos todos un rebaño de ovejas obedientes que seguimos al lobo feroz hasta el matadero y aplaudimos a su paso.


El primer paso para salir de este letargo social, debe ser la memoria de las campañas, las promesas que se hicieron ante medios y en las plazas públicas deben ser evaluadas, traídas al consenso social, debemos hacer memoria de esos momentos históricos de la mentira y publicarlos constantemente para decirle a la clase dirigente, que no hemos olvidado sus promesas y que esperamos ansiosos el cumplimiento de las mismas.


Robledo lo está haciendo y todos debemos unirnos a esta campaña, la de recordar las promesas y exigir que la palabra empeñada sea la carta de presentación de los candidatos. No más palabras bonitas y promesas fallidas, o cumplen o se bajan del bus.
MAURICIO GUZMÁN CUEVAS