Editorial: Habib Merheg
Con la apertura de los mercados internacionales para la producción y exportación de Marihuana (Canabis) con fines medicinales y recreativos en algunos países, vale la pena analizar la decisión de la Corte con respecto a la legalidad del consumo en Colombia.
Es importante hacer un alto antes de ingresar a la evaluación de la Corte, debemos primero retroceder en el tiempo y establecer en dónde y cuándo se instauran las responsabilidades de la sociedad.
La base de la sociedad es la familia, es el núcleo principal de la sociedad, y es justo ahí, en los primeros años de vida y hasta la adolescencia, tiempo en que nuestros hijos son el reflejo de la familia, cuando se establecen los valores y principios de cada individuo.
Una familia unida, con valores establecidos y fortalecidas en la fe y las normas morales de convivencia, generan buenos hijos (as), con personalidades definidas y valores establecidos que diferencian sin dudas, el bien del mal.
Las posibilidades que un joven de estos llegue a la drogadicción son mucho más bajos que aquellos que crecen y se forman en hogares sin normas claras con respecto a los valores sociales y familiares.
Una vez llegan a esa etapa en donde pasan más tiempo en la calle que en sus casas, es cuando las autoridades, en uso de sus facultades ejercen el poder y las normas sociales para combatir el consumo y la venta de drogas.
No es justo esperar que las autoridades sean responsables del consumo de menores de edad, esa responsabilidad está en el interior de la familia, así que dejemos de culpar y señalar a las autoridades y evaluemos la comunicación y autoridad que tenemos en nuestros hogares, que al final, son el reflejo mismo de nuestra sociedad.
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