Cuando la ciencia puso a disposición de la humanidad las pastillas anticonceptivas a mediados del siglo pasado la humanidad empezó a vivir una revolución cuyos efectos aún se sienten. Antes de volverse populares y asequibles, los métodos de planificación no se distinguían mucho del celibato o de los promovidos por los movimientos más conservadores que prometían poco y cumplían menos: abstinencia de difícil cumplimiento o trucos con los ciclos fisiológicos de las mujeres.

Los métodos anticonceptivos pero especial las píldoras, son hoy un componente importante de la vida de las mujeres y de las parejas pues permiten disfrutar de la sexualidad sin mayores preocupaciones porque ese placer se convierta necesariamente en riesgo de embarazo.

Por tanto, una escasez de ese medicamento tiene implicaciones graves en las relaciones sociales y sexuales con consecuencias indeseables para la sociedad.

Por eso toma importancia la noticia difundida ayer por la cadena W Radio respecto a la escasez de ciertas marcas de pastillas anticonceptivas debido a la falta de suministro por parte de los laboratorios. El Invima, el instituto encargado de la administración de alimentos y medicamentos del país, anunció que no existe alerta por escasez porque existen suficientes registros activos con disponibilidad de unidades, es decir, que para el instituto si una mujer no encuentra su marca preferida, en el mercado existen otras con el mismo principio activo.

Pero la decisión de usar una u otra marca no se toma a la ligera pues existen factores como el precio, la disponibilidad y los efectos secundarios que hacen que una paciente se decida por una marca y no por otra.

El director médico de la Federación Colombiana de Obstetricia y Ginecología ha dicho a medios nacionales: “…Mientras la paciente no consigue el medicamento, se queda sin protección de manera transitoria o permanente y el objetivo de planificar no se cumple”.

Habib Merheg Marún