James Heckman ya había ganado el Premio Nobel de Economía cuando empezó a dedicarse al tema por el que pasaría a ser realmente conocido.
Se trata de la primera infancia —de 0 a 5 años de edad—, la relación de esta con la desigualdad social y el potencial que hay en esta fase de la vida para lograr cambios capaces de sacar a la gente de la pobreza.
Heckman llegó a la conclusión de que invertir en la primera infancia es una estrategia eficaz para el crecimiento económico. Él calcula que el retorno financiero de cada dólar gastado es de los más altos.
Esto se debe a que, en la etapa entre el nacimiento y los 5 años de edad, el cerebro se desarrolla rápidamente y es más maleable.
Esta etapa provee maneras más fáciles de incentivar habilidades cognitivas y de personalidad —atención, motivación, autocontrol y sociabilidad— necesarias para el éxito en la escuela, la salud, la profesión y la vida en general.