Por @Escribidor Mao
Levy Rincón es ese joven que representa la fuerza y el dolor de una juventud que grita a su manera por las injusticias que se viven en esta Locombia, que día a día está más infectada de corrupción, producto de un gobierno que en nada muestra interés de cambiar la realidad del país.
Levy es la viva imagen del colombiano que no escatima en palabras fuertes y madrazos a diestra y siniestra, como un reflejo normal de nuestro pensamiento crítico. No me digan que es un vulgar vocero de la izquierda, porque en la cotidianidad de nuestra sociedad, no creo que exista un sólo ciudadano que no lance sus madrazos (así sean en pensamiento) a un gobierno al que poco le importa la honorabilidad y la transparencia de sus líderes políticos.
Tanto Levy Rincón como Jaime Garzón, son personajes que buscan desesperados hacernos entender que existe en nuestra sociedad política, un grupo de corruptos que perdieron el respeto por las autoridades, que su cinismo ha llegado a tal grado de desfachatez que, les vale huevo lo que pensemos los colombianos con respecto a sus actos ilícitos.
Levy ha sido directo al acusar a Álvaro Uribe, lo ha insultado de todas las maneras posibles, lo que para muchos del Centro Democrático es una ofensa que debe ser eliminada del mapa político. El creador de Notiparaco hoy se enfrenta ante una amenaza directa y clara por parte de las autodefensas y el gobierno guarda silencio, se hace el desentendido, evita tocar el tema, tal cual como pasó con Jaime Garzón, prefiere mantener distancia de las evidencias presentadas y cuando ocurra el crimen dirá como siempre haremos una exhaustiva investigación para dar con el paradero de este horrible crimen. Tal cual.
No importa quien hable con Levy, él no cambiará su discurso de rechazo y crítica para con este gobierno, nadie podrá hacerlo cambiar de parecer, ni el mismo Gustavo Petro podría hacerlo cambiar de parecer. Levy se debe a sus seguidores, sus opiniones, así incomoden por su lenguaje, llegan a millones de colombianos que admiran los huevos que tiene para enfrentar al hombre más peligroso del país.
Levy es ese soldado rebelde que lleva una bandera en el campo de guerra y pretende llegar hasta el enemigo para anclar la tricolor en el monte de la libertad, pero atravesar ese campo en medio de disparos y enemigos es una proeza que sólo un patriota loco estaría dispuesto a recorrer.
No existen palabras de apoyo que puedan cambiar el plan macabro de acabar con su vida, tampoco existe la posibilidad que Levy baje su bandera para rendirse y estoy seguro, sin duda alguna, que de llevarse a cabo la amenaza de las autodefensas, muchos seguidores de Álvaro Uribe estarían satisfechos y felices de esta importante victoria de la derecha.
Mi aprecio y respeto por Levy es grande,
enorme y entiendo su sentir, su temor,
porque también lo he vivido en carne propia.
Levy es ese John Wick colombiano, por el que ya pusieron un precio por su cabeza y el reloj marca los angustiosos minutos en donde sus adversarios buscan desesperados ganar la recompensa por su muerte.
Cuídate Levy, eres un símbolo de la revolución de pensamiento, de claridad y transparencia en la crítica social, no te dejes silenciar.
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