Por: Habib Merheg Marún
Penélope tejía de día y en las noches deshacía lo que había hecho. De esa manera nunca terminaría el tejido que, una vez terminado y según su promesa, la obligaría escoger a uno de entre los muchos pretendientes que la esperaban.
En asuntos de paz, en Colombia parecemos condenados a tejer de día y deshacer de noche, como el personaje de La Odisea.
Con la independencia, era natural pensar en mejores días para la nueva nación pero más tardamos en ganar las muy cruentas guerras contra España que en estar enfrascados en conflictos internos que a pesar de los años, no superamos. Tejimos y destejimos por décadas para no hablar de siglos.
El último, el más largo, el más dramático, el que más víctimas puso, el que degradó la guerra con espeluznantes escenas de secuestrados enjaulados en medio de la selva y cosas peores, el que hemos sufrido varias generaciones, parece no querer salir de nuestra realidad, parece no querer dejar en paz a las víctimas que somos todos porque quien no lo ha sido, mientras sigamos matándonos, está en la fila para serlo. Solo falta que le llegue el turno.
Años de guerra que solo fue útil para los mercaderes de la muerte, encontraron en el Acuerdo de Paz un fin – la esperanza de un fin, por lo menos-. Pero hoy estamos ante un panorama aciago, un horizonte oscuro, un ambiente donde van cayendo por las balas cientos de colombianos ya no en combates y de camuflado, sino vestidos de sueños, de planes, de futuro, sin que sepa casi nunca quien disparó, quién dio la orden de hacerlo, a quién le estaba “estorbando” esa vida, esa presencia. Caen por igual adultos y niños. Es aterrador.
Y ahí vamos. Como Penélope. Tejiendo paces en años para destejerlas en meses. Con maña, con malicia, con un “sí pero no”, buscando cómo hacer caer a la JEP en trampas y leguleyadas que por venir de quien vienen duelen más: un presidente de la república, abogado por más señas, que no puede desconocer el derecho ni la ley así no esté de acuerdo con ellas. Juró cumplirlas todas, no solamente las que le gustaban a él o a su grupo.
A diferencia del personaje mítico que usó la estrategia para contener sus pretendientes y darle tiempo a que su amado regresara, algunos personajes reales de nuestra nación no han tenido tan nobles propósitos.
No les sirve otra cosa que la aniquilación del enemigo previa rendición y humillación. Ilusos. Las guerras que no tienen vencedor a través de las armas, se acaban a través de la negociación. Pretenden deshacer el tejido porque no les gusta el hilo, ni quien lo tejió. Por favor: piensen con grandeza y denle una oportunidad a arroparse con él y a sentir los beneficios de la paz.
Director: Habib Merheg Marún
