Una de las consecuencias de la situación por la que estamos pasando, al radicalizarnos tanto, ha sido, tristemente, la pérdida del humor, característica fundamental de los colombianos.
Lo que es más grave, los humoristas se volvieron voceros de sus tendencias y tomaron radicalmente partido, llevándolos a perder su gracia. El humor no tiene posición política; el humor debe hacer gozar a todos, inclusive a las extremas; el humorista debe saber burlarse de los de derecha y de los de izquierda.
La cosa ha llegado a tal extremo que, inteligentes humoristas, como Daniel Samper Ospina, se volvieron monotemáticos, en sus odios y preferencias políticas que, dejaron de ser el oasis del humor y se convirtieron en unos voceros políticos más.
Lo peor es que, se traslocaron los papeles; los políticos se volvieron humoristas y los humoristas políticos.
Veamos algunos ejemplos que ilustran esta realidad: María Fernanda Cabal se ha convertido en la humorista más importante del país. Cosas como: Revivir la Unión Soviética; el famoso “estudien vagos”; decir que está claro que quien está detrás del vandalismo es el expresidente Santos; esto la convierte en el centro del gran humor nacional.
Otro divertidísimo político, convertido en gran humorista, es Roy Barreras; eso de ser compadre de Uribe y ahora de Petro y, decir que él encarna la lucha contra la corrupción, es sin lugar a dudas una muestra de humor ácido.
Otro cómico de gran talento resultó siendo Andresito Pastrana, quien, como vocero del presidente imaginario de Venezuela, el fantasma Güaidó, anda por el mundo, echando el chiste de que todo lo que pasa en Colombia, es craneado por el burro Maduro; humor de gran imaginación.
El te Kerí Duque ha demostrado que no solo sabe tocar guitarra, sino que tiene unas dotes histriónicas notables. Su programa diario del Covid-19 es una de las muestras más características del llamado contra humor; conocido como quiebra chistes. Tiene, además, la ventaja de hacer humor ilusionista; su estilo de tratar de hacernos creer que está haciendo un gran gobierno y que está cumpliendo los compromisos del proceso de paz; lo convierte en el nuevo mago del humor.
El humor cínico, sin duda, lo representa como ninguno Petro. Con esa inocultable cara de tramposo, nos hace sonreír con sus variables posiciones sobre los acontecimientos nacionales. Un día promete expropiar, otro se reúne con los empresarios a decirles que nunca hará tal cosa; todo el día habla mal de los capitalistas y viaja a los Estados Unidos a reunirse con políticos gringos y, a vivir en la mansión de su socio, el senador Bolívar; sus hijos estudian en Europa y le hace propaganda a los zapatos Ferragamo; gran maestro del humor sarcástico.
El humor grotesco lo representa el alcalde de Cali. La ciudad quebrada e indignada y, sale con la costosa solución de la feria virtual y alumbrado móvil; cuando la ciudad está en llamas, como cualquier Nerón, en lugar de sacar la lira, simplemente se cambió de camisa, dejó la azul y ahora usa blanca, con la cual anuncia que todo cambió. Cipote payasada, sin duda hace reír.
