OPINIÓN: KICO BECERRA

El orgasmo del intelecto es la poesía, por eso es tan especial y, cada vez más singular, asistir a un rito donde se rinde tributo a Calíope, la diosa y la musa de la poesía.

Hasta hace pocos años se coronaban los poetas con coronas de laurel, para hacer uso del simbolismo de laurear a un intelectual especial.

El poeta es sensible, profundo, humano, detallista y universal. El poeta es soñador, musical, cadencioso, iluso, realista, amoroso. El poeta es cínico, religioso, ateo, estoico y epicurista.

El poeta es lúcido, literato, leído, lírico presumido y, al mismo tiempo humilde, confundido, valiente, cobarde, lunático, maldito y bendecido.

Quienes en nuestra vida hemos gozado con la literatura y la intelectualidad, siempre hemos amado la poesía. Un amor respetuoso, íntimo, profundamente pudoroso. En secreto hemos cometido versos; los ocultamos por el temor de constatar lo malos que pensamos son y lo difícil que es acercarse dignamente al mundo de la Poesía.

Tanto soneto que murió prematuramente en una hoja de papel rota tirada en un basurero. Versos onanistas, infecundos, diluidos en las aguas vertidas de los lavamanos de habitaciones, oficinas y seminarios; millones de Himnos, Odas, Elegías, Sátiras, Estrofas, Versos, Rimas y Sonetos, asesinados por la vanidad cobarde del poeta naciente e incipiente.

Hoy estamos celebrando el encuentro con los «versos del caminante»; parte de la obra poética de este gran caballero, intelectual y amigo, Rafael Araújo Gámez.

Ante todo, estamos aquí para, con sana envidia, exaltar y laurear al POETA.

En este mundo convulso, impersonal, ultra comunicado y manipulado por los aparatos que saben de todo, menos hacer POESÍA; este es un momento único, para estar, para sentir, por compartir con este SEÑOR POETA.

Gracias mi querido Rafael, por darme el inmenso honor de pronunciar estas cortas palabras ante esta selecta concurrencia; sabes de mi admiración por tu incomparable capacidad intelectual; por tu pecaminosa obsesión por la lectura; por tu inmenso conocimiento literario y tu impenitente búsqueda filosófica, de la razón de la existencia humana. Además de la amistad, nos une la necesidad de gozar con el humor sarcástico y de burlarnos con estrepitosas carcajadas de nuestras propias vidas.

Termino parodiando al poeta del amor, Gustavo Adolfo Bequer:
“Qué es poesía? ¿Tú me lo preguntas? Poesía…” sos vos, Rafael Araújo Gámez.