Los escandalosos precios de la comida y el servicio en las playas de Barú siguen siendo noticia a diario para los miles de turistas que, de manera ingenua son asaltados en su buena fe, por parte de los nativos del lugar que, aprovechan cada oportunidad para robar descaradamente a los visitantes.

Una familia de turistas bogotanos denuncia que fueron víctimas de una estafa en una playa de la isla de Barú por parte un grupo de servidores turísticos.

De acuerdo con el denunciante, luego de consumir tres pargos, tres mojarras, una porción de pollo y algunas bebidas, el grupo de vendedores de la zona, llamada playa Tranquilacobró 593.000 pesos, lo que según el viajero fue una cifra exagerada.

“Al llegar al lugar nos mostraron una carta de menú sin precios, pero una vez ordenamos los platos acordamos verbalmente un valor que nunca se cumplió”, dice el bogotano Mario Rafael Rodríguez, víctima de abuso de precios.

No contentos con el engaño, los servidores exigieron 80 mil pesos por concepto de servicio, para un total de 593 mil pesos.

El sol radiante, la arena blanca y las aguas cristalinas del mar Caribe fueron testigos de un nuevo abuso de precios por parte de vendedores locales, que no respetaron la lista de precios oficial publicada por la alcaldía. 

A esta familia colombiana les cobraron 225.000 pesos por tres pargos, es decir, cada uno costó 75.000 pesos; 135.000 pesos por tres mojarras, a 45.000 pesos la unidad. Además, 35.000 pesos por un pollo frito, 28.000 pesos por cuatro cervezas, 60.000 pesos por dos piñas coladas y 30.000 pesos por cinco gaseosas. Todo quedó registrado en la factura.

No contentos con el engaño, los servidores exigieron 80.000 pesos por concepto de servicio, para un total de 593.000 pesos, que la familia pagó con indignación. 

Al final de la factura aparece la firma del vendedor ‘Jean Paul’, quien agradece la compra y dibuja una carita feliz. 

«No era uno el que atendía, eran cinco personas. Les dije que esos no eran los precios de los que nos habían hablado, cuando vimos los valores exagerados. ¿Uno qué hace? Primero, hay mucha gente de ellos mismos, segundo, ¿cómo se devuelve uno para Cartagena?”, agregan los frustrados viajeros, que explican que en la misma playa había otras personas que habrían sido víctimas del engaño. 

Las constantes denuncias por parte de los turistas no tienen eco en las autoridades locales, la realidad es que usar los servicios de los nativos del lugar, se ha convertido en sinónimo de actos delictivos como este que, lejos de enaltecer el buen nombre de Barú, los está convirtiendo en un destino que la gente está evitando por temor a ser estafados.

Director: Habib Merheg Marún