Opinión: Kico Becerra

Los o las Drag Queen son transformistas que se disfrazan de mujer, de rasgos exagerados, con intensión histriónica para causar burla.

La falsa monja del megáfono de la manifestación pro Uribe que, era una típica Drag Queen, exageró todo; su disfraz, con semejantes tetotas, la hizo sospechosa. Ninguna monja tiene semejantes pechotes caídos; más aún, los hábitos monacales tratan al máximo de ocultar los senos.

La infiltrada monja chimba, además de exagerar su temperamento lechero, era demasiado parecida al gordo Benjumea y a José Obdulio, para ser mujer; lo que me hace presumir que, sus grandes redondeces las debía tener entre las piernas y pensó que los pelotones eran los que la acompañaban en su protesta.

Un experto en travestis me dijo que, la forma de coger el megáfono y la apertura de la boca lo denunciaban también y, por lo tanto, no era ninguna monja lambona sino un travesti mamón.

Lo cierto es que la Curia ya dijo que no era ninguna Carmelita Misionera
y, así nos hizo caer en cuenta que éste es el mes de las brujas y el falso Uribista era un travesti que se adelantó al Halloween.

Gracioso sí fue y logró burlarse de los amigos y enemigos del indagado expresidente, con su estridente actuación; amén de recordarnos que, en Colombia, cuando se trata de mamar gallo, no se respeta a nadie.

Ñapa: El grandulón del procurador ya inició investigación para saber quién le compró el megáfono y el tamaño de la cuerda que tenía debajo del fraudulento hábito la falaz monja Carmelita.

Director:  Habib Merheg Marún