Opinión: Kico Becerra
Quedó demostrado, una vez más, que los dirigentes sindicales de Colombia no tienen mayor trascendencia.
El paro de noviembre pasado fue, sin duda, una manifestación fuerte y bien grande del malestar que existe en nuestra sociedad, respecto a varios aspectos de nuestra vida cotidiana.
Fue una espontánea demostración de búsqueda urgente, de cambios, especialmente en educación y en la lucha para erradicar la corrupción.
La dirigencia sindical, de oportunista, se ha querido apropiar de esa marcha nacional y se dedicó a hacer un paro semanal; la consecuencia está a la vista, el 21 de enero, el anunciado paro fue un rotundo fracaso.
No porque las cosas hubieran cambiado y el gobierno hubiese tomado extraordinarias medidas. Fracasó porque la gente se mamó del apropiamiento indebido que, del descontento nacional, han hecho los líderes de las desacreditadas centrales sindicales.
No se requiere ser un mago para saber que si el paro o como se quiera llamar, lo convocan los estudiantes, una agremiación de campesinos o los indígenas, seguramente será mucho más trascendente que cuando lo hace la desgastada dirigencia sindical.
Es por eso que, ojalá, el gobierno no vaya a pensar que ya conjuró el gran descontento nacional que pide resultados rápidos, en temas como el del empleo y la galopante corrupción que se tomó al país.
Se debe continuar con las conversaciones con los diferentes sectores y tomar las medidas legislativas o administrativas pertinentes.
Este paro fracasó pero el rancho sigue ardiendo.
Ñapa: ¿Será que este viernes, al llegar el presidente de Suiza, anuncian el cambio de ministros? Yo creo que sí. ¿Apostamos?
Director: Habib Merheg Marún
