OPINIÓN: MAURICIO GUZMÁN CUEVAS

Escribo esta opinión en la noche del domingo 25 de septiembre del 2022. Tomo el riesgo de equivocarme sobre la participación masiva o no que tengan las marchas contra el gobierno Petro mañana lunes 26 de septiembre del 2022. 

Un numero indeterminado de líderes de las redes sociales fijaron hace como un mes esta movilización como la oportunidad para elevar la indignación ciudadana a lo que ellos consideran el atropello contra sus derechos, orquestados por la nueva horda de bárbaros que se tomó el poder en un descuido imperdonable y que hoy apremia contener antes que sea demasiado tarde.

Les he comunicado mi punto de vista sin entrar en las razones que los mueven, sino solamente enfatizando la oportunidad de la convocatoria. Esto escribí:

Muy prematura la marcha. No hay descontento mayoritario ni indignación madura. 

Por no tomarle bien el pulso al descontento, se va ver como un triunfo del gobierno la precaria participación. Es como querer que todos me apoyen para divorciarme porque mi mujer me salió puta. No hay evidencia en plena luna de miel que suscite el apoyo de mi familia.

Y me ha contestado con esta argumentación un muy querido amigo:

«Discrepo de la apreciación.

Sé que no hay descontento mayoritario.

Sé que han promovido la guerra de clases y para muchos es la marcha de los ricos. 

Pero lo que está pasando es muy grave.

La promoción del delito por parte de los ministros.

Los tonos permitidos. 

El saqueó permitido.

Las invasiones promovidas y permitidas. 

La negociación y subordinación de Colombia a los terroristas, a los carteles de la droga, a las bandas del crimen organizado. 

Los partidos prepagos (liberal, U, conservadores) que se vendieron y cogobiernan patrocinando todo lo anterior. 

La marcha no es solo contra las políticas de Petro y su banda criminal; es la ruptura definitiva con esos partidos prepago, por los cuales nunca un colombiano puede volver a votar.

Es marchar ya, mostrar ya nuestro descontento, o prepararnos para una de dos cosas: arrodillarnos o prepararnos para el enfrentamiento definitivo. Arrodillarnos NO, triste un derramamiento de sangre, pero sería preferible eso que dejar que lo que Petro y sus aliados venían haciendo nos acaben del todo. Como lleva Petro a Colombia, Colombia no tiene futuro. No podemos cerrar los ojos ante eso.

No quiero ser colombiano en la Colombia criminal de Petro.

Feliz día.»

Ante esta arremetida de mi admirado jurista del derecho público y experto en defensa de los derechos individuales y colectivos frente al Estado, me impresionó mi postura y hasta me he pellizcado para saber si todavía habito este mundo y no he partido por el camino del purgatorio o el infierno desde donde todo lo veo con mayor compasión y serenidad.

¿Será que sí?  ¿Que este caos y este desorden es el abrebocas de cómo van a ser las cosas de aquí para adelante?

No será que tantas desigualdades acumuladas por muchos años adquieren con la llegada de este gobierno una fuerza por inercia propia que hasta las esclusas del mismo gobierno se han visto a gatas para contener. Es cierto que cada ministro en el afán por empezar a responder demandas sobre su cartera, y al no recibir línea directa del presidente, se han dedicado a interpretar el ideario petrista de años anteriores y esto está dando señales erráticas sobre cómo van a implementar el cambio.

Igual sucede con sus seguidores que como masas enardecidas se han precipitado a conseguir lo suyo. 

Discrepo de quienes creen de manera apocalíptica que lo que está sucediendo sea una manera violenta y solapada de este gobierno para imponer el cambio de unos contra otros.

 Mejor quiero creer que por la falta de experiencia de la mayoría de la izquierda en el arte del buen gobierno, están pagando la novatada y eso tiene asustado a muchos. 

Claro que hay que exigirle al gobierno coherencia con la democracia y su estado social de derecho. Pero solo saldremos de este atolladero inicial aportando lo mucho o poco que sabemos para no seguir patinando en esta arrancada. Petro y muchos de su equipo han llegado a esta «luna de miel» de gobernanza siendo más teóricos que expertos. 

Si queremos a Colombia como nuestra hija, tenemos que aconsejarle que vendrán tiempos mejores mientras su marido le coge el tiro.

Espero que cuando salga este artículo mis amigos me hayan comprendido por qué no salí a marchar.

¡Que no cunda el pánico!!

Desactivar las marchas, las protestas, los bloqueos aconseja por lo menos la mañana de este gobierno. Ya tendremos la tarde y la noche para reaccionar si nos equivocamos.