Opinión: Kico Becerra
Pocas personas en Colombia producen más desafecto que Piedad Córdoba e Ingrid Betancourt; ahora están agarradas las dos, como quien dice: Ahí no se pierde disparo.
En peleas de comadres se conocen las verdades, repetía con frecuencia Humberto Pava y, si lo dice Súper, póngale la firma.
Pues bien, el bochinche es tenebroso: La cara de virgen de iglesia pobre de la Ingrid, acusa a la negra del turbante de haber traficado con los secuestrados, para conseguir beneficios políticos; incluso de haber demorado algunas liberaciones, para aumentar sus réditos politiqueros.
Naturalmente, de Ingrid no se puede creer mucho; no olviden lo que se dijo de ella, por quienes compartieron el secuestro, cuando se le señaló de todo tipo de infamias contra sus compañeros, para conseguir beneficios y sabemos que el ladrón juzga por su condición.
Lo que sí encochina, hasta el alma, son las pruebas mostradas por Caracol, respecto a la cercanía de Piedad con las FARC, especialmente lo dicho por el exasesor y confidente de Piedacita durante muchos años. El hombre, dolido por un tumbis que dicen le hizo la negra del turbante, resolvió contar todo; no supo Piedad con quién peleaba. Como el exasesor mismo dice: «Los maricones no olvidamos detalles».
Para colmo de males, la candidata por Petro al Senado, también aparece bien untada por Saab, el ex amigo de Maduro, ahora «cantante de ópera» en USA; resultó que esa belleza trabajaba para los gringos hace rato. Ese rollo involucra también a Petrosky y, próximamente, se develará totalmente; la película apenas empieza.
Deberíamos mantenernos en época electoral para conocer más de las historias de quienes nos representan en los cargos públicos, que solo se sacan sus caquitas al sol entre ellos en estas épocas. Ya que nos tumban que, por lo menos nos diviertan con sus bochinches.
Ñapa: Hagamos una apuesta de quién se va primero del País: Ingrid a París, después de su estruendosa derrota electoral o Piedad a Venezuela, asilada.