Por Mauricio Marulanda
El éxito de la serie Matarife fue mucho más grande de lo previsto. Cada episodio ha pobre pasado los tres millones de reproducciones promedio en Colombia y otro tanto en el exterior. Daniel Mendoza, salió a las redes sociales, anunciando que Álvaro Uribe Vélez estaría fraguando un ataque desde las altas cortes y con ayuda de magistrados de la nación, para encontrar la manera de sabotear la serie y ajustar cuentas con su creador.
A diferencia de Uribe, Mendoza no cuenta con una infraestructura económica, ni un esquema de seguridad que garantice su vida, está a la deriva, corriendo, huyendo de quienes aseguran que las Águilas Negras pronto darán con su paradero y lo asesinarán, como fue difundido en un boletín de esa organización al margen de la ley.
Mientras tanto, Mendoza se esconde un día aquí, otro día allá y así van pasando los días, a la espera del siguiente viernes para ver la reacción de los colombianos ante el episodio que sigue.
Nos recuerda a Jaime Garzón, otro periodista que intentó enfrentar a las mafias políticas de este país y que terminó asesinado como muchos, sin que el Estado quisiera ofrecerle protección alguna.
Así es la realidad en Colombia, así es como se gobierna en un país que desborda en número de líderes sociales asesinados, sin que la fiscalía haga su trabajo y dedique sus esfuerzos en mirar con lupa a la oposición.
Pero ante los ojos de la comunidad internacional, Iván Duque asegura que vivimos en un país que ofrece todas las garantías a la protesta, se jacta al decir ante otros mandatarios de Europa y América Latina, que Colombia es la más grande y respetable democracia del continente.
Pero a diario, al menos en dos titulares de los medios de comunicación, se dan a conocer de nuevos escándalos que, cuando no son del gobierno, son del partido del Centro Democrático, que dejan al descubierto la corrupción que vive este hermoso país, abatido por las injusticias y los crímenes que nadie investiga.
Nunca antes un gobierno colombiano había estado en una imagen tan deteriorada como la del presidente Duque, que insiste en salir todos los días a las 6 de la tarde, en su Boletín Presidencial, a prometer y aseverar mentiras que ya el pueblo colombiano dejó de creer.
Uribe por su parte, está pasando por la crisis más grande de su historia, la serie ha puesto en evidencia, no sólo su pasado oscuro, sino los nexos de sus familiares con grupos al margen de la ley y narcotráfico.
El país sobrevive al día, día, entre la pandemia y la corrupción, entre el despilfarro del gobierno y el miedo a nuevos impuestos que no tardarán en llegar para solventar los tantos Billones de pesos que según el gobierno se han invertido sabiamente en la pandemia, pero de los cuales no hay cuentas claras y van a generar una economía embargada para los años venideros.
Nos duele esta Colombia que no logra salir de su indiferencia, de su ignorancia y su letargo de Patria Boba.
